EL MUNDO
4 mayo 2011
Inyecciones de
medicamentos vivos e inteligentes
Ángel Díaz
Varios grupos españoles investigan en terapias con células
madre adultas. Podrán usarse para cerrar úlceras o heridas y en diversas
enfermedades.
Las
células son como medicamentos vivos e inteligentes: poseen gran capacidad de
solucionar distintos problemas, pero también son incontrolables e imprevisibles
si no se sabe a la perfección lo que se está haciendo. En la actualidad, hay
alrededor de 3.000 ensayos clínicos de terapia celular en el mundo, pero sólo
unos 100 han alcanzado la fase 3, es decir, cuentan con un número significativo
de pacientes. La mayor parte de ellos, además, pertenece al ámbito de la
hematología, pionera en el uso de las células -concretamente las de la médula
ósea- para tratar enfermedades, como la leucemia o los linfomas.
Fuera
de este terreno, que en realidad lleva décadas de ventaja respecto a otras
formas de terapia celular, los estudios que han alcanzado su fase final se
pueden contar con los dedos de las manos. "En estos momentos, nadie ha
terminado con éxito un ensayo en fase 3 con células madre que no sea de
hematología. Pero éstos están consolidados desde hace mucho tiempo: la novedad
está en las células no hematológicas, para tratar enfermedades no
hematológicas", señala Damián García Olmo, director del grupo de Terapia
Celular del Hospital La Paz, en Madrid.
Éstos
son sólo algunos de los estudios que, con el exigible respeto a los protocolos
científicos, están avanzando en España en el campo de la terapia celular,
aplicable en un amplio abanico de trastornos y enfermedades. En unos casos está
más avanzado, en otros se empieza ahora experimentar y, en ocasiones, ya se ha
comenzado a tratar pacientes; pero todos ellos son significativos de hacia
dónde se encamina el futuro del trasplante celular y de tejidos:
Enfermedades degenerativas
José
María Moraleda, catedrático de Hematología en la Universidad de Murcia y
coordinador de la Red de Terapia Celular, está trabajando en el Hospital Virgen
de Arrixaca (Murcia) desde hace cinco años en un
ensayo clínico para tratar la esclerosis lateral amiotrófica
(Ela), la enfermedad degenerativa que padece el físico Stephen
Hawking. "Hemos superado la fase de demostrar
que las células, con el método que utilizamos, son seguras, y ahora estamos
intentando demostrar su eficacia". La idea es inyectar estos 'medicamentos
vivos' dentro de la médula espinal (el tejido neuronal que transmite los
estímulos nerviosos), mediante distintos procedimientos y comprobar si las
capacidades motoras de los pacientes mejoran. "La siguiente fase nos
permitirá ver si el trasplante celular tiene algún efecto positivo",
aventura este experto.
Por
el momento, se ha observado en ratones de laboratorio con Ela esporádica (la
variante más común de la enfermedad) que los ejemplares tratados con células
sobreviven más tiempo y su proceso de parálisis avanza más lentamente. "La
infusión de células protege a las neuronas motoras (encargadas del movimiento)
para que sobrevivan más y mejor", señala Moraleda.
Reparar cicatrices
Damián
García Olmo, jefe de Cirugía Colorrectal y director
del grupo de Terapia Celular del Hospital La Paz, quiere usar los trasplantes
de células para resolver uno de los grandes problemas de la cirugía: la
cicatrización. Para ello, nada mejor que acudir a un caso extremo y ver si la
terapia puede ayudar: "Elegimos como modelo la fístula perianal
[un absceso que une el conducto anal a la piel exterior] porque es la que más
difícilmente cicatriza, sobre todo en pacientes con la enfermedad de Crohn [inflamación intestinal provocada por un proceso autoinmune]", explica García Olmo. "Hemos tenido
algunos problemas, hemos aprendido y creo que, de aquí a cuatro o cinco años,
podremos tener resultados aplicables en cirugía", añade.
Otros
estudios están probando procedimientos similares pero aplicados al infarto de
miocardio, un tratamiento que también se podría beneficiar de la regeneración
del tejido mediante células madre, explica García Olmo. "Y el tercer gran
grupo de patologías es el del mundo de la traumatología y la ortopedia",
relata este investigador. El procedimiento, con sus innumerables matices, recobecos y dificultades, es siempre el mismo: regenerar
tejidos dañados mediante el implante de células con capacidad para
diferenciarse y convertirse en la 'medicina' necesaria.
Reparar la córnea
El
trasplante común de córnea, que consiste en extraer este tejido ocular a un
donante cadáver e implantarlo en el paciente, es ya una práctica clínica
consolidada. Sin embargo, a veces fracasa porque este tejido necesita renovarse
cada día, por medio de un nicho de células madre denominado limbo. Si el limbo
se encuentra en mal estado, la córnea deja de ser transparente y el paciente
pierde la visión. Ana Sánchez, catedrática de Fisiología de la Universidad de
Valladolid, y su grupo llevan una década trabajando con células madre, y en la
actualidad están ya trasplantando células madre del propio paciente en el limbo
de la córnea para que ésta pueda renovarse y evitar el mencionado problema.
"Si
hay un ojo sano, cogemos una biopsia del limbo y lo cultivamos en el
laboratorio sobre una membrana, que luego se coloca como si fuera un parche en
el ojo. Se coloca una lentilla para que no se mueva, a los días se retira y las
células quedan en el limbo", relata Sánchez. "Si el enfermo tiene dos
ojos lesionados, hay que recurrir a un cadáver: las células son de otra persona
y hay que usar inmunodepresores, pero, como el limbo
está poco vascularizado, suele funcionar bien",
explica. "Hemos hecho 30 pacientes con un 80% de éxito".
Reconstrucción mamaria
César
Casado, jefe del servicio de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora del
Hospital La Paz de Madrid, trabaja con células grasas extraídas de la propia
piel del paciente, mediante un proceso de succión y centrifugado. Una vez que
se han separado las células del tejido adiposo, se pueden usar en distintos
tratamientos plásticos que requieran reconstruir o aumentar regiones de la
anatomía, incluido el rostro. "Tendría muchas posibilidades estéticas",
indica este experto, quien aventura que "la reconstrucción mamaria del
futuro [para pacientes que han superado un cáncer de mama] va a ir por
ahí".
Las
células de la grasa también podrían ser muy útiles para pacientes con atrofia
facial, ya sea congénita o adquirida. Una ventaja fundamental de este sistema
es la rapidez, ya que la grasa se infiltra en cuestión de horas. Además,
"no es agresivo porque son células del propio paciente", asegura
Casado, aunque admite que se necesita más experiencia para controlar el grado
de absorción e implantación de las células.
Cultivar la piel
El
equipo del doctor Casado también trabaja en el cultivo de piel en el
laboratorio, para tratar a pacientes que han sufrido accidentes o quemaduras.
El proceso, "laborioso y muy caro", consiste en extraer unos
centímetros de piel sana del paciente, que se puede obtener de la espalda u
otras zonas que no hayan sido afectadas, y después cultivar este tejido en el
laboratorio para multiplicar su tamaño. La piel, que también puede extraerse de
un donante cadáver, se procesa en una suerte de malla con cuchillas, y una vez
que se ha producido la cantidad necesaria se puede implantar en el paciente
para reparar distintos daños.
Ana
Sánchez y su equipo vallisoletano también trabajan en proyectos para regenerar
la piel, así como en el diseño de prótesis de hueso y cartílago. Esta última
sería aplicable en cirugía plástica y maxilofacial,
para reponer la nariz o el pabellón auricular, por ejemplo, en pacientes que
han sido víctimas de tumores o accidentes. "Hacemos una matriz con células
del propio paciente y se pueden moldear. Si la hago en un molde de oreja, me
queda una oreja", comenta esta doctora. Por el momento, estos proyectos se
encuentran en fase experimental, aún con animales. La infusión de cartílago en
las rodillas, útil en lesiones deportivas y otra clase de dolencias, se está
probando con ovejas, y ya tienen preparado un pequeño pabellón auricular,
diseñado por un dentista, que intentarán implantar en ratas de laboratorio.